martes, 17 de noviembre de 2009

Resistencia Estudiantil

LAS ILUSIONES DEL COGOBIERNO: `REPRESENTONTOS´ Y POLITIQUEROS

Uno de los errores más grandes del movimiento estudiantil – y en general de los movimientos sociales – ha sido confiar en el cogobierno y en la participación dentro de las instancias “legales” o “de poder” que el sistema ofrece. En realidad es un dulce veneno para entrampar a la gente. Por ejemplo, el movimiento indígena se institucionalizó a partir de la Constitución de 1991 y renunció a la lucha por la tierra, sentándose a “dialogar” o centrándose en elegir candidatos propios a las corporaciones públicas. El balance es que sí bien lograron importante presencia burocrática, la mayoría de sus líderes han abandonado a sus comunidades, legislando a favor del Sistema y en contravía de sus propios intereses. Y es que los cambios no se logran votando ni participando de la vieja maquinaria estatal. El mejor ejemplo son las casi dos décadas transcurridas con elección popular de alcaldes y gobernadores, que supuestamente reforzaría la “democracia local”, pero que en realidad no ha logrado arrebatar un átomo de poder a las clases tradicionales dominantes.


En las últimas décadas, el sector moderado y reformista del movimiento estudiantil, ha querido reducir la lucha estudiantil a obtener un cupo en el Consejo Superior Universitario (CSU). El CSU representa al sistema reaccionario y podrido, en él tienen presencia voceros de la clase capitalista local, de los terratenientes y del imperialismo, de las tres grandes montañas que oprimen a nuestro pueblo y por lo tanto refleja y reproduce la vieja ideología, la vieja política y la vieja cultura de esta sociedad. El CSU es un instrumento de las clases reaccionarias para impulsar la reestructuración de la universidad al servicio del capital, para canalizar la energía y creatividad de los estudiantes, captar del pueblo ese potencial y ponerlo al servicio del sistema. Pero por otro lado, es un instrumento de represión; fue precisamente el CSU el que aprobó la expulsión injusta de 5 estudiantes de nuestro movimiento el semestre pasado, con el `representonto´ Iván Madrid incluido.

En la larga y podrida historia de los representantes estudiantiles, el CSU ha aceptado desde abiertos traidores al movimiento (como el mismo Madrid) hasta a reformistas que se las dan de “izquierdosos” y “revolucionarios” (como Paula Ramírez). Eso no importa. A las directivas les interesa llenar como sea esa vacante, pues sentar un estudiante en esa silla, es lograr que el movimiento estudiantil legitime las decisiones que ellos toman, no importa que la inmensa mayoría del estudiantado desconozca a “su” representante. Dichos representantes no han sido voceros del estudiantado dentro del gobierno de la universidad, sino un instrumento del gobierno de la universidad dentro del estudiantado. Todos los representantes estudiantiles que han ocupado ese cargo terminan defendiendo al sistema, comprados, y atados a la cadena de mando reaccionaria del Sistema. No hay excepción.

Votar por un estudiante para ser miembro del CSU no cambia nada, ni es una manera de desafiar al gobierno de la U., es refrendar al sistema, es bendecir al monstruo, y es canalizar y controlar la actividad política de los estudiantes a lo que pueda hacer “su” representante. Es hacerles creer a las masas estudiantiles que a través de “su” delegado participa del gobierno de la U. y eso es un completo engaño. En última instancia quienes deciden el rumbo de la U. son las clases reaccionarias, y la práctica lo ha demostrado, que cuando al ESMAD o al Ejército les da la gana, entran a la universidad como Pedro por su casa para reprimir a los estudiantes y hacer destrozos en la universidad… con el visto bueno del CSU.

En aquellas universidades donde el movimiento le ha apostado a la táctica del representante estudiantil, se ha dejado de lado la movilización y la lucha directa, la unidad con el pueblo, con los trabajadores, con los campesinos e indígenas, los sueños y proyectos de una sociedad y un país distinto. El movimiento estudiantil recogió muchos votos, formó una nueva generación de politiqueros, pero perdió el camino.


No nos digamos mentiras. Si de verdad fuera cierto que las elecciones son un mecanismo para alcanzar cambios... ¡ya las habrían prohibido! Por eso participar en las elecciones es formar parte del engaño, aceptar el orden establecido, legitimarlo y apoyarlo. Es darle permiso a las directivas para que nos sigan aplicando su programa reaccionario en nombre de la “democracia”. Casi cuatro décadas de participación estudiantil no han logrado frenar al neoliberalismo y la apertura educativa al mercado capitalista. Desde mediados de los noventa la política del Estado ha sido forzar a las universidades a un régimen Universidad-Empresa, con indicadores de gestión y penetración del sector privado. La educación pasó a ser un “servicio público” más, al igual que la salud o los servicios básicos domiciliarios, perdiéndose como derechos humanos fundamentales, siendo mercancías que se compran o se venden como cualquier otra en las vitrinas del capitalismo. Cada vez más lejos del alcance del pueblo.


¿Por qué si los estudiantes participaban de la dirección de la universidad, ésta ha tomado un rumbo tan terrible? ¿Por qué si podíamos “decidir”, el futuro es tan triste para la universidad pública? La respuesta es simple: porque en el fondo quienes han gobernado la universidad no han sido los estudiantes. Las decisiones las tomaron otros, y los `representontos´ las legitimaron con su voto a favor o en contra. ¿Cómo se puede luchar contra un sistema económico y político si se participa de su ideología, formas de gobierno, estamentos y prácticas burocráticas? ¿Cómo se puede estar al mismo tiempo con los oprimidos y con los opresores? Si el movimiento estudiantil quiere ser rebelde, transformador y crítico debe cuestionar y repudiar a fondo la representación estudiantil.


En verdad, la representación y el cogobierno han servido para formar una nueva generación de políticos reaccionarios, reclutados entre los luchadores del pueblo. Los casos del rector Luis E. Arango (antes líder profesoral del MOIR), de Paula Andrea Ramírez (representante estudiantil de la FUN y que vendió el paro del 2003) o del conocido Iván Madrid (vinculado a Cambio Radical, electo cuando era líder de la OCE), son ejemplos cercanos y visibles. Pero la lista es larga y se haría interminable a nivel nacional. La representación es una escuela de democracia burguesa y no de democracia popular. Por eso el sistema empieza desde bien temprano con los personeros estudiantiles, sigue con el cogobierno universitario y después en las elecciones a cargos de elección popular.


La lección es clara: el camino de defender la educación del pueblo participando del cogobierno, con decretos y resoluciones, evadiendo la pelea con el Estado o aplazándola, es un completo fracaso. Solo nos queda el camino de la organización, la concientización y la lucha como formas supremas para alcanzar nuestros objetivos. Queda claro que por lucha de masas no entendemos ir a depositar un voto en una urna. ¿Acaso nuestro máximo derecho se reduce a hacer fila para votar por uno u otro politiquero hipócrita? ¿Quién quiere ese ‘derecho’? ¿Para qué sirve? Queremos es el derecho a cuestionar al Sistema, a criticar su mandamiento supremo... “adorarás las ganancias por encima de todas las cosas”, a repudiar la entrega de la soberanía nacional, la discriminación racial o sexual, la educación anticientífica que se nos imparte, etc.


Para desarrollar correctamente la lucha debemos situarnos en nuestro propio terreno y construir nuestras propias organizaciones, independientes del Estado y los reaccionarios. Forjar un movimiento estudiantil revolucionario, que se organice desde la base, que sea una verdadera fuerza organizada, que agrupe a la mayoría del estudiantado rebelde e inconforme. Que repudie la opresión y explotación que sufren los trabajadores y pueblos oprimidos del planeta. A los estudiantes se nos presenta un dilema: O estar de acuerdo con el sistema y esto significa acatar su llamado, o estar en contra del sistema y esto significa ponerse del lado de los oprimidos. No hay término medio. Cada estudiante debe meditar que política apoyará.


JOVENES ANTIIMPERIALISTAS

Pereira, Noviembre de 2009

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